La Ofensiva republicana en Vilanova de la Barca

     
El 25 de julio de 1938 empezó la ofensiva republicana en el Ebro y, para evitar el traslado de refuerzos desde el Segre, el mando republicano preparó una ofensiva en Vilanova de la Barca. Esta operación pretendía dos objetivos: retener a las fuerzas franquistas y eliminar la cabeza de puente de Balaguer, en poder de los franquistas. En resumidas cuentas, un plan tan ambicioso como utópico.

     La ofensiva se inició la madrugada del día 9 de agosto con ataques desde Menàrguens hasta el sur Vilanova. A través de un puente y dos pasarelas situadas ante la población, las unidades de carabineros, la caballería y una veintena de tanques T-26, además de la acción de la artillería y los bombardeos de la aviación, cruzaron el río y pillaron por sorpresa a las unidades franquistas, que tuvieron que retirarse hasta su línea de resistencia, situada enfrente de Torrelameu.

     Las fuerzas republicanas consiguieron ocupar una zona en el margen derecho del río Segre de 1.000 metros por 300 metros de profundidad.

     Pese a todo, la reacción de las fuerzas franquistas no se hizo esperar y contraatacaron. Las bajas en ambos bandos fueron considerables, sobre todo las republicanas, que se vieron aumentadas por la riada provocada por los franquistas al abrir estos las compuertas de los embalses de Camarasa y Sant Llorenç. La fuerza del agua se llevó río abajo caballos, jinetes, carabineros y todo lo que encontraba a su paso. Un tanque T-26 se pasó a las líneas enemigas. Las fuerzas gubernamentales esperaron a que disminuyera el caudal del río para reforzar sus unidades y avanzar, plan que desbarató la llegada de la Mehala de Tetuán. En los días siguientes los combates adquirieron una dureza extrema y los franquistas fueron reduciendo por los flancos la pequeña cabeza de puente republicana, ya que los carros de combate T-26 habían quedado encallados cerca del río.

     El día 17, y ante la precariedad de las fuerzas republicanas, los franquistas, apoyados por los aviones de caza y bombarderos, iniciaron un nuevo ataque por el centro, donde se produjo una auténtica masacre cuando las unidades republicanas querían, amontonadas ante una pasarela, retirarse hacia Vilanova. Las tropas moras que habían llegado a la zona masacraron a cerca de 500 republicanos, 278 de los cuales enterraron esa misma noche y el resto fueron abandonados, ya que una nueva riada estaba a punto de llegar y les arrastraría río abajo.

     El día 19 de agosto los combates se acabaron. Todo volvía a estar como antes de iniciarse la ofensiva, solo quedaban, al otro lado del río, los soldados muertos víctimas de otra ofensiva fracasada y que hoy nos recuerdan los restos de un tanque ruso T-26 que fue rescatado de las aguas del río Segre.